Tremors de Ron Underwood (1990)

Pablo Siciliano
2 min readAug 29, 2018

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“Bienvenido al desierto de lo real” le dice Morfeo al joven Neo en Matrix, y su referencia a la alegoría de la caverna de Platón introduce la película en una vasta discusión de occidente: una utopía controlada que recorta libertades o una libertad que nos enfrenta a la dura posibilidad de perderlo todo. Adán y Eva fueron los primeros liberales y, con la excepción de algunos estudiantes universitarios de carreras humanistas de Argentina, las sociedades tienden a preferir esta opción: contemplar fantasmas proyectados en una cueva puede parecer seductor pero el deseo por la libertad prevalece, no importa cuan duro sea el contexto. La tentación del paraíso, sin embargo, no deja de renacer, como el ave fénix.

Tremors transcurre en el desierto de California, en un pueblo fatalmente llamado Perfection. La vida es apacible, tranquila y también brutal. Dos trabajadores hacen un viaje dialéctico y toman conciencia de su situación: en la finitud de su vida de clase obrera es probable que nunca escapen de su tedioso paraíso. El deseo por conocer el mundo ya es irrefrenable pero, justo cuando cargaron todo en su camioneta y avanzan por la ruta, unos horrendos gusanos gigantes que salen desde la tierra impiden su salida. El paraíso es siempre una forma del infierno.

La comunidad se une para vencer sus miedos. Como Hércules, una vez que el héroe supera una serie de pruebas y se sacrifica por todos, logra satisfacer sus deseos. Tremors acaso sea una película Clase B pero su inteligencia, su sensibilidad y su sentido del humor está muy por encima de la media del Hollywood de estos años.

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